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Hoy queremos hablar de Maruja, aunque no de la que define con tanto “cariño” la RAE: “mujer que se dedica solo a las tareas domésticas y a la que suele asociarse a ciertos tópicos como el chismorreo, la dependencia excesiva de la televisión, etc”, sino de Maruja Mallo, musa del surrealismo, cuya obra e historia nos han inspirado tanto que le hemos dedicado nuestra última colección (tal y como comentamos en el anterior post).
Maruja Mallo, musa
A pesar de ser la cara femenina más reconocida de la generación del 27, su nombre ha resonado muy poco. Quizás Maruja sea desconocida para vosotras. Como pasa con tantas mujeres insignes (de antaño y desafortunadamente de hogaño), sus colegas masculinos han acaparado la atención de los libros de historia y de texto (escritos, por cierto, también por hombres, aquí no existen las casualidades)
Pero que nadie sufra, porque Li Jewels tiene la intención de recuperar la memoria de esta y otras mujeres, que nos servirán de referentes, y restaurar así el equilibrio universal. Esperamos que disfrutéis tanto como nosotras al conocer a esta mujer.
¿Quién fue Maruja Mallo?
Maruja Mallo nació gallega en 1902, en Viveiro, un pueblecito de Lugo. Fue bautizada como Ana María Gómez González y ella misma adoptó el nombre de Maruja. Como explicábamos en el post anterior, este nombre abundaba entre las mujeres gallegas de la época. No sabemos si Mallo, apellido por cierto tomado de su abuela paterna, escogió llamarse Maruja por ese motivo y, quizás también, por reacción a la acepción despectiva y heteropatriarcal de las Marujas.
Fue una mujer audaz y transgresora. Fue la única mujer admitida en 1922 en la Academia de Dibujo de San Fernando de Madrid, una institución abrumadoramente masculina. No extraña que, a pesar de su magnífica creación artística, se ha escrito más sobre sus anécdotas biográficas que sobre su obra. Se relacionó con grandes nombres de la época como Ortega y Gasset, Lorca, Dalí (que la definía cortante: “Maruja, eres mitad ángel, mitad marisco”), Alberti (con quien mantuvo un apasionado romance), Miguel Hernández, Buñuel, etc, y en París conoció a Bretón, Miró y Magritte. Con ellos compartió charlas, aventuras y bares. Mucho se dice de lo que pudo influenciar Maruja la obra de estos ilustres hombres del arte, pero hay pocas evidencias y las que hay, nos llegan desde una óptica naturalmente masculina.
Fue una mujer audaz y transgresora. Fue la única mujer admitida en 1922 en la Academia de Dibujo de San Fernando de Madrid, una institución abrumadoramente masculina. No extraña que, a pesar de su magnífica creación artística, se ha escrito más sobre sus anécdotas biográficas que sobre su obra.



Maruja “sin sombrero” y travesti
Su obra fue vasta y magnífica. Los primeros cuadros son de estilo costumbrista y enmarcados en un realismo mágico, que nos recuerdan mucho al estilo de Frida Kahlo, de la que es contemporánea. De esa época, años 20, son sus series de Verbena y la pintura del periodo que pasó en Canarias.
En las “Verbenas” podemos ver una crítica a la posición social de las mujeres de la época. De hecho, durante ese período nos llegan las aventuras de una Maruja libre y transgresora con las normas sociales. Junto a sus amigas María Zambrano, Margarita Manso y Concha Méndez, a las que se llegó a denominar “las sin sombrero”, protagonizaron paseos por la calle Alcalá sin este accesorio indispensable para las mujeres decentes. También realizaron acciones de travestismo “a la inversa”, vistiéndose de hombres para acceder a lugares reservados a éstos.
Incidiendo en el mensaje reivindicativo, en “La mujer y la cabra” de la época de Canarias, Maruja nos contrapone claramente la imagen de la mujer “decente”, de su casa, que mira por la ventana, y de la mujer rebelde, trabajadora, libre de ataduras (descalza). Desde luego, un estilo completamente innovador y personal que nos encanta.
Maruja y su compromiso político
De la época que Maruja pasó en París son las pinturas de la serie “Cloacas”, las más aclamadas por algunos críticos. No son las que más nos inspiran, pero sí las que más le acercan al movimiento Surrealista, por razones obvias.
A la vuelta de París, corrían ya los años 30, Maruja, que se dedicaba a la enseñanza, se acercó al movimiento intelectual gallego: Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Carlos Maside. Si bien la cuestión social ya estaba presente en su pintura, en este momento se sublima y pasa a un primer plano. La serie “La religión del trabajo”, donde presenta a los trabajadores como poseedores de un poder transformador, es la más muralista del trabajo de Maruja y reflejo de la situación política de la época.



El exilio y la obsesión por la geometría
La guerra la sorprendió en Galicia y, Maruja, completamente sobrepasada, no dudó en marcharse del país, vía Portugal. En su época del exilio en Argentina se centra en la geometría, que ya había iniciado con sus apuntes de “Los cuadernos de Galicia”. A través de la fantástica serie “Cabezas”, nos transmite la diversidad del ser humano y el hecho de que todas somos iguales, sin importar el color de la piel o el pelo. Por eso, todas las cabezas están desnudas, sin accesorios, como flotando en el vacío y muy geometrizadas.
Su siguiente serie “Naturalezas Vivas” también bebe de su periodo en Argentina y Uruguay. Ella misma cuenta en una entrevista cómo recogía conchas en las playas, que le llamaban la atención, al no haberlas visto previamente. En aquel periodo está muy interesada en el constructivismo y en el libro de Matila Ghyka, Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes. Estos cuadros culminan la geometrización de la obra de Maruja, y tienen un sentido de “naturaleza creadora”. Un proceso de trabajo basado en el orden y la armonía, que también nos interesa y nos conmueve a la hora de crear nuestras piezas.
Esta última Maruja es quizás la que más nos haya influenciado estéticamente, con la geometría y la naturaleza como fuentes de inspiración. Sin dejar de lado su conciencia y preocupación social (y ambiental), desde el enfoque femenino y feminista.
Maruja, mitad ángel, mitad marisco
Si os apetece saber un poco más de la genial historia de esta mujer de vanguardia, urbanita y emblemática que vivió con una libertad muy poco común para las mujeres de su época, os invitamos a ver el documental “MARUJA MALLO: Mitad Ángel, mitad marisco”.
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